Justo al mediodía el alcalde de la comuna dio la venia al Capataz de la Trilla para que diera incio al evento.
Luego ingresó a la hera una tropa de yeguas sueltas y comenzaron la tarea de soltar el grano de la paja.
En el intertanto numerosos vecinos se acercaban a presenciar la trilla, mientras en los puestos los fonderos echaban toda la carne a la parrilla para esperar a los comensales.
Alrededor de las catorce horas se paró la trilla para dar descanso a las bestias y almuerzo a los trilladores, con la promesa que a las cuatro se reiniciaría hasta terminar el trillado, para seguir con el aventado y luego el tradicional pie de cueca de la esposa del alcalde con el huaso más entaquillado del lugar.